LA PRIMERA EXCURSIÓN DE PATRICIA


El jueves pasado, mientras su hermana se reponía, Patricia fue con el resto de niños de Educación Infantil a su primera excursión. Sus profesores los llevaron a Lusiberia, un parque acuático y de entretenimiento. La parte acuática no está abierta todavía, así que supongo que se dedicarían a subir a toboganes, camas elásticas, piscinas de bolas...
Esta foto se las hicimos antes de irse a coger el autobús, que en realidad era otra atracción más. Eso de sentarse con los amigos en un sillón, ir solitos. Debió ser una experiencia. Estaba encantada porque se compró una gorra nueva, le eché crema de protección solar de un bote pequeñito que le fascinó y además llevaba un collar que se agenció en un sobre sorpresa.

En la otra foto, podéis ver un montón de parvulitos encantados de irse de juerga.
Volvieron reventados. Tanto, que a Patricia tuve que llevarla en brazos a casa, lo que es bastante raro, porque ellas van andando a todos sitios. Julia se quedó con sus abuelos y mi madre le enseñó a hacer bizcochos. No lo pasó mal, pero insiste en que ella se va a ir solita a Lusiberia, ¡faltaría más!

¡VAYA PRIMAVERA!

Bueno, aquí estamos de nuevo. No sé que pasa con la primavera, pero parece conjurarse para acabar con la salud de unos y otros. Después de pasar innumerables faringitis, bronquitis... con sus correspondientes fiebres, rematamos la faena ingresando a Julia en el hospital con bronconeumonía. Suena importante, ¿verdad?, importante y complicado. El día que la ingresaron, ya llevaba otros cuantos con fiebre. Ha resultado agotador, pero ya está bien, que es lo que importa. El primer día lo pasó en la cama, el segundo ya se levantó un poco al sofá y el tercero no había quien la parase. Se dedicó a recorrer los pasillos de mi mano, con Opopo o la Nancy bajo el brazo. Nos dieron el alta el miércoles mediodía, pero hasta el lunes no volvió al colegio, por prescripción médica. La pobrecita, aguantó como una campeona las vías, los goteros, las interrupciones a media noche para comprobar constantes y fiebre.
Patricia venía un ratito por las tardes a ver a su hermana. Se la veía triste. Yo, aprovechaba que estaban los abuelos o su tía Nieves, y la sacaba a dar un paseo, pasaba un rato sólo con ella. Incluso después de haber vuelto del hospital, la niña ha tardado unos días en recuperar su comportamiento habitual; estaba seria, decía que tenía frío, que le iba a dar fiebre... creo que inconscientemente ha mezclado la preocupación por su hermana y cierta dosis de celos. Cuando el jueves por la noche le dieron décimas de verdad, no sabía donde meterme. Al final sólo ha sido un poco de faringitis que no le ha supuesto más que eso, unas décimas una noche. Me ha quedado la sensación de que se ha sentido un poco abandonada, porque además su padre tuvo una semana de trabajo brutal y una de las noches no pudo ir a dormir con ella, tuvo que llevarla a casa de los abuelos y mientras tanto, yo estaba todo el día con Julia. Afortunadamente las otras noches sí se fueron los dos juntos a casa e incluso fueron al MacDonalds.
Espero que el tiempo se estabilice y podamos dejar los ibuprofenos, antibióticos y demás engendros farmacológicos de lado durante una temporada. Por cierto, ¡odio la primavera!

MAMÁ, SEGÚN PATRICIA



Por fin. Ya tengo mi propio retrato. La otra noche, lo dibujó Patricia, en esa pizarra que tan buenos resultados nos sigue dando. Obsérvese, lo rizado y sedoso de mi pelo, mi maravillosa sonrisa y los coloretes de mis mejillas. Sí, sí, tengo unas piernas larguísimas que salen de mi cabeza, igual que mis brazos. Genial, ¿no?.
Le pedí el dibujo y lo fotografié, cuando se lo devolví, me dijo que era yo en el parque y que faltaban las niñas, así que me puso una debajo de cada brazo, lo que se acerca bastante a la realidad, porque puedo pasar el día entero persiguiéndolas. No sé cual es Julia y cual Patricia, porque como son gemelas no se les distingue muy bien. De todas formas, la artista ya estaba cansada y sólo pinto una larga melena, que supongo será la suya, omitió ojos y sonrisas, y es que, a según que horas de la noche, lo que apetece es dormir.

Por cierto, el hospital acaba de volver a ser inaugurado. No sé si sobreviviré a la primavera. ¡Malditos cambios de tiempo!

LA SIESTA


Hoy he conseguido fotografiar a las niñas mientras dormían la siesta. Se ponen a ver la tele: su amadísimo Bob Esponja; Dora la Exploradora... se relajan y a veces, se duermen. Entonces, respiramos y aprovechamos para descansar un poco los demás. Me hace mucha gracia, porque parecen dos viejecitas con las gafas. Observad también que Opopo continúa al lado de Julia (creo que seguirán así mucho, mucho tiempo).