EL ARBOL DE LOS ABUELOS ES "NORME"


Nosotros no nos hemos atrevido con el árbol de Navidad este año, de hecho, el portal de los Clicks de Playmovil, parece un grupo de refugiados, semiocultos en la mesa del salón. Más que nada porque deseamos que nos duren algún año más, y tememos seriamente que el niño "Sús" pueda ser secuestrado por Julia (que ha vuelto a secuestra mi alianza de matrimonio, sin petición de rescate, ni nada), y no hay nada más triste que un Belén sin niño. Así que cuando las niñas llegaron a casa de los abuelos y vieron un árbol (artificial) de metro ochenta, lleno de luces, muñequitos, bolas, regalitos, estrellas, espumillones... y todo lo que se pueda poner, alucinaron. Les encanta. Todos los días se traen algún juguetito del árbol, hoy han caído un regalito de pega, una estrella plateada (de los años setenta), dos angelitos de madera, y seguro que algo más que todavía no he descubierto.
Bueno abuelos, si notáis que falta algo más, ya sabéis lo quienes lo tienen.


UN DOMINGO DE INVIERNO

A pesar del frio, no podemos resistirmos a salir las mañanas del domingo
Vimos belenes

Saludamos a Porrina, cantaor gitano y de Badajoz
... Y nos tomamos zumo y aceitunas (sé que la combinación es extraña pero a ellas les gusta) en un bar del centro mientras sonaba flamenco de fondo

NEGOCIACIONES




Las niñas se han convertido en unas expertas en negociaciones. Ya que todavía no tenemos muy claro lo de la alegría de compartir (chist, a no poner ni un pero que conozco a alguno que con cuarenta no lo ha asumido), hemos de introducirnos en la ardua tarea de gestionar las distintas posibilidades de dar el cambiazo cuando algo nos interesa. Me explico, si mi hermana tiene un juguete que no está duplicado, o come gusanitos y a mi se me han acabado, ¿qué puedo hacer?. Las opciones son varias:
  1. Gusanitos: Acercarme sigilosamente, y tras soportar un breve rechazo inicial de mi hermana que todavía está provista de suculentos trocitos de maiz, comenzaré a jugar, haciéndole creer que soy su mamá y le doy gusanitos y aplaudo cuando se los come, hasta que llegados a un punto, le pido que ella haga de mamá y me dé los gusanitos a mí. Si mi hermana ha entrado en el juego, el resto, es gusanito comido.
  2. Juguetes: Le llevo otra cosa que sé que le gusta, o al menos eso creo. Suavemente intento darle el cambiazo para que me ceda lo que tiene en ese momento. Me pongo pesadita pesadita, hasta que consigo que me de el objeto en cuestión. Problema que puede surgir: que una vez que me lo cambie, me guste más lo que acabo de darle.
  3. Juguetes: Si es un juguete en el que podemos jugar las dos y mi hermana no me deja jugar. Hago venir a algún mayor, pongo cara de pena y así acabo participando. Los pucheros son un recurso del que no hay que abusar.
  4. Juguetes o gusanitos: Siempre cabe optar por la rapiña. En el momento en que se produzca el despiste de mi hermana, agarro los gusanitos o los juguetes y echo a correr con toda mis fuerzas hasta ocultarme de la vista de mi hermana (que seguramente se quedará llorando) y de mis padres, que me buscan para decirme lo que intuyo: que esto no es negociar, es abusar y está muy feo. Otro problema que puede surgir, es que la huida sea accidentada, y acabe dándome con algún mueble, o cayendo al suelo. No está del todo mal, porque siempre puedo recurrir de nuevo a los pucheros y conseguir que la bronca sea menor.
En fin, estas son algunas de las claves que emplean y desde luego dan resultado, a veces positivo, y otras no tanto.